martes, 29 de marzo de 2011

Confianzas - Juan Gelman



Se sienta a la mesa y escribe
"con este poema no tomarás el poder" dice
"con estos versos no harás la Revolución" dice
"ni con miles de versos harás la Revolución" dice

y más: esos versos no han de servirle para
que peones maestros hacheros vivan mejor
coman mejor o él mismo coma viva mejor
ni para enamorar a una le servirán

no ganará plata con ellos
no entrará al cine gratis con ellos
no le darán ropa por ellos
no conseguirá tabaco o vino por ellos

ni papagayos ni bufandas ni barcos
ni toros ni paraguas conseguirá por ellos
si por ellos fuera la lluvia lo mojará
no alcanzará perdón o gracia por ellos

"con este poema no tomarás el poder" dice
"con estos versos no harás la Revolución" dice
"ni con miles de versos harás la Revolución" dice
se sienta a la mesa y escribe


2 /Poesía Vertical - Roberto Juarroz



Pongo los ojos hacía atrás,
como alguna vez puse a dios hacia adelante
o el tacto pensativo con que he amado.

Y como alguna vez no puse nada,
 ni adelante ni atrás,
puse mi sombra
o quizá la de algo que no encuentro

Pongo los ojos hacia atrás
y me muero atrás mío,
me muero de no dios y de no alguien.

¿Será la muerte acaso
un puro ir hacia atrás,
un irse atrás sin nadie?

Olga Orozco - Olga Orozco


Yo, Olga Orozco, desde tu corazón digo a todos que muero.

Amé la soledad, la heroica perduración de toda fe,
el ocio donde crecen animales extraños y plantas fabulosas,
la sombra de un gran tiempo que pasó entre misterios y entre alucinaciones,
y también el pequeño temblor de las bujías en el anochecer.
Mi historia está en mis manos y en las manos con que otros las tatuaron.
De mi estadía quedan las magias y los ritos,
Unas fechas gastadas por el soplo de un despiadado amor,
La humareda distante de la casa donde nunca estuvimos,
Y unos gestos dispersos entre los gestos de otros que no me conocieron.
Lo demás aún se cumple en el olvido,
Aún labra la desdicha en el rostro de aquella que se buscaba en mí
igual que en un espejo de sonrientes praderas,
y a la que tú verás extrañamente ajena:
mi propia aparecida condenada a mi forma de este mundo.

Ella hubiera querido guardarme en el desdén o en el orgullo,
en un último instante fulmíneo como un rayo,
no en el tumulto incierto donde alzo todavía la voz ronca y llorada
entre los remolinos de tu corazón.
No. Esta muerte no tiene descanso ni grandeza.
No puedo estar mirándola por primera vez durante tanto tiempo.
Pero debo seguir muriendo hasta tu muerte
porque soy tu testigo ante una ley más honda y más oscura
que los cambiantes sueños, allá, donde escribimos la sentencia:
"Ellos han muerto ya.
Se habían elegido por castigo y perdón, por cielo y por infierno.
Son ahora una mancha de humedad en las paredes del primer aposento".

miércoles, 9 de marzo de 2011

Sábado 15 de 1978 /Diarios - Alejandra Pizarnik



Y de pronto, un gran cansancio, no de la vida, mas de la muerte. Pero no hablo de la muerte absoluta, hablo de este lento naufragio cotidiano en las aguas del pasado. Estoy cansada de todo ese mundo de complejos y frustaciones en que nos sustentamos yo y la gente que me circunda. Es un no dar más, en gran deseo de respirar aire puro, de reír, de mirar con naturalidad las cosas y a mí misma. Hoy se me ha revelado, con una fugacidad y fuerza increíbles, la posibilidad de ser. Todo fue espontáneo, como si hubiera encendido un cigarrillo. Me sentí bien, como si me hubieran aflojado las cadenas, aquellas que ni recordaba, tan resignada a la desesperación estaba. No creo en la felicidad. Pero quiero despojarme de esta tensión, de tanta vigilancia. Estoy fatigada de todas estas historias edipídicas, del odio espantoso de padres e hijos, estoy cansada de tanta interpretación sexual. Quiero vivir con naturalidad, limitarme, señalarme objetos posibles y luchar por ellos. Quiero liberarme del horror sin semejanzas de mi "amor imposible". Quiero, en suma, aprender muchas cosas, sobre todo, a escribir y a pensar. Cuento con una carencia casi absoluta de recursos internos, a pesar de tener dentro de mí un mundo tan vasto, pero es un mundo dependiente de mí, divorciado de mi yo, sólo unido a mí en ciertos instantes únicos. Es extraño desconocerlo tanto, como si fuera la sede de esa otredad innombrable que firma con mi nombre. Nada me es tan ajeno como ella. Buscarla, señalarla, hacerla vibrar con mi sangre, apoderarme de sus raíces, he aquí mi necesidad.