sábado, 30 de julio de 2011

Fragm. Aprendizaje o el Libro de los Placeres - Clarice Lispector



Y agregó simple:
-Te amo.
Ella lo miró con ojos oscurecidos, pero sus labios se estremecieron. Quedaron en silencio por un momento.
-Tus ojos -dijo él, cambiando totalmente de tono- son confusos pero tu boca tiene la pasión que hay en ti y de la que tú tienes miedo. Tu rostro, Lori, tiene un misterio de esfinge: descíframe o te devoro.
Ella se sorprendió de que también él hubiera notado lo que ella veía de sí misma en el espejo.
-Mi misterio es simple: no sé cómo estar viva.
-Es que tú sólo sabes, o sólo sabías, estar viva a través del dolor.
-Eso.
-¿Y no sabes cómo estar viva a través del placer?
-Casi ya lo sé. Era eso lo que te quería decir.
Hubo una larga pausa entre los dos. Quien ahora parecía emocionado era Ulises. Llamó al camarero, pidió otro whisky.
Después de que el camarero se alejara, él dijo en un tono de voz como si hubiera cambiado de tema y sin embargo el tema era el mismo:
-Pues yo tuve que pagar mi deuda de alegría a un mundo que muchas veces me fue hostil.
-Vivir –dijo ella en ese diálogo incrongruente en el que parecía entenderse-, vivir tan fuera de lo común que sólo vivo porque nací. Yo sé que cualquier persona diría lo mismo, pero el hecho es que soy yo quien lo está diciendo.
-¿Todavía no te has acostumbrado a vivir? –preguntó Ulises con intensa curiosidad.
-No.
-Entonces es perfecto. Eres la verdadera mujer para mí. Porque en mi aprendizaje falta alguien que me diga lo obvio con aire extraordinario. Lo obvio, Lori, es la verdad más difícil de ver –y para no hacer solemne la conversación agregó sonriendo- ya Sherlock Holmes lo sabía.
-Pero es triste ver solamente lo obvio como yo y encontrarlo raro. Es tan raro. De repente es como si abriera mi mano cerrada y dentro descubriera una piedra: un diamante irregular en estado bruto. Oh Dios, ya ni siquiera sé lo que estoy diciendo.
Permanecieron en silencio.
-Nunca había hablado tanto –dijo Lori.
-Conmigo hablará toda tu alma, aún en silencio. Yo hablaré un día mi alma toda, y no nos agotaremos porque el alma es infinita. Y además de eso tenemos dos cuerpos que serán para nosotros un placer alegre, mudo, profundo.
Lori, ante la sorpresa encantada de Ulises, se ruborizó.

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