domingo, 22 de abril de 2012

205 / Libro del Desasosiego - Fernando Pessoa


Nubes... Hoy tengo conciencia del cielo, pues hace días que no lo miro pero lo siento, viviendo en la ciudad y no en la naturaleza que la incluye. Nubes... Son ellas hoy la principal realidad, y me preocupan como si el velar el cielo fuese uno de los grandes peligros de mi destino. Nubes... Pasan de la entrada del puerto el Castillo, de occidente a oriente, en un tumulto disperso y desnudo, blancas a veces, se ven desflecadas en la vanguardia de no sé qué; medio negras otras, si bien más lentas, tardan en ser barridas por el viento audible; negras de un blanco sucio, cuando, como si quisiesen permanecer, oscurecen más con su llegada que con su sombra lo que las calles abren de falso espacio entre las líneas de clausura del caserío.

Nubes... Existo sin que lo sepa y moriré sin que lo quiera. Soy el intervalo entre lo que soy y lo que no soy, entre el sueño y lo que la vida ha hecho de mí, el promedio abstracto y carnal entre cosas que no son nada, siendo nada yo también. Nubes... ¡Qué desasosiego si siento, qué incomodidad si pienso, qué inutilidad si quiero! Nubes... Están pasando siempre, unas muy grandes, que parece que van a ocupar todo el cielo, pues las casas no dejan ver si son menos grandes de lo que parecen; otras de tamaño incierto, que bien podrían ser dos juntas o una que se va a partir en dos, sin sentido en el aire alto contra el cielo fatigado; otras, incluso, pequeñas, que parecen juguetes en manos de entidades poderosas, pelotas irregulares de un juego absurdo, situadas en un solo un lado, en un gran aislamiento, frías.

Nubes... Me interrogo y me desconozco. Nada útil he hecho ni nada haré que me justifique. He consumido la parte de la vida que no perdí en interpretar confusamente nada, haciendo versos en prosa con las sensaciones intransmisibles con que hago mío el universo incógnito. Estoy harto de mí, objetiva y subjetivamente. Estoy harto de todo, y del todo de todo. Nubes... Son todo, deshechos de lo alto, cosas que hoy son lo único real entre la tierra nula y el cielo que no existe; harapos indescriptibles del hastío que les impongo; niebla condensada en amenazas de color ausente; algodones en rama sucios de un hospital sin paredes.

Nubes... Son como yo, un pasaje deshecho entre el cielo y la tierra, con el sabor de un impulso invisible, tronando o no tronando, alegrando blancas u oscureciendo negras, ficciones del intervalo y de lo errático, lejos del ruido de la tierra y sin tener el silencio del cielo. Nubes... Siguen pasando, pasarán siempre siguiendo, en un conjunto discontinuo de madejas blancas, en un alargamiento difuso de falso cielo deshecho.

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